CANARIASVENEZUELA

viernes, 21 de noviembre de 2008

PROSPERIDAD, POBREZA Y CONSUMO FAMILIAR EN LA VENEZUELA CHAVISTA

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI O LA ANIQUILACION DE LA LIBERTAD ECONOMICA (IV)

Uno de los grandes objetivos del “Socialismo del Siglo XXI”, impuesto por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es “prosperidad” para todos. Sin embargo, la realidad está echando por tierra la ilusión.

JULIO ALBERTO FLEITAS


La Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecamaras) sostiene que los recursos históricos que ha recibido Venezuela, esencialmente producto de la explotación petrolífera y su condición geográfica estratégica, apoyada por una cultura social y académica “de primer mundo”, deberían haber permitido una acelerada elevación del nivel de vida. Además, dice que la pobreza debiera de estar reducida al 5% de automarginalidad social comprensible y manejable. Sin embargo, contradictoriamente hoy el 80% de la población venezolana manifiesta “algún síntoma de pobreza”.

Añade que, si se mide la capacidad del gasto familiar para satisfacer las necesidades “básicas razonables”, se está viendo (desde el punto de vista estadístico) a la población moverse de clase media-pobre a clase media-crítica y extrema, considerando que estos segmentos conforman el 50% de la población. Agrega que el “boom” del consumo en la sociedad venezolana comienza a contraerse y en ese entorno los pobres son los que se verán mayormente afectados, a pesar de ser el estrato social que más había reportado mejoras en su poder adquisitivo en los últimos cinco años.

Fedecamaras señala que hasta enero del presente año el estrato pobre había logrado mantenerse con un crecimiento del ingreso de 16%. Sin embargo, en febrero comenzó a estancarse, porque el incremento no solo venía por una cantidad de dinero, sino también por una reducción del desempleo, lo cual aumentó el ingreso promedio sobre el mismo número de personas.

Para simplificar el análisis, Fedecamaras dividió a las familias del país caribeño en cinco estratos: Próspera, Clase media-alta, Clase media-pobre, Clase pobre-crítica y Clase pobre-extrema. Comparte el criterio de que con alta inflación y sin ahorro, la familia manifiesta un síntoma de pobreza. Agrega que la razón de establecer esta clasificación familiar y tipificar la pobreza a partir del ahorro negativo estriba en que ha preferido establecer patrones de comparación vinculados a la prosperidad y no a la pobreza. La situación alarmante se aprecia en los estratos de pobreza crítica y extrema, que emplean del ingreso familiar entre el 60% y 70% para alimentarse. Incluso, estudios más detallados revelan que un 15% del grupo de pobreza extrema no cubre sus necesidades alimentarias. El sector empresarial del país sugiere que, con una situación como la descrita, es necesario desarrollar un Plan Alimentario Nacional y un Programa de Combate a la Pobreza, serio y responsable, y con el concurso de todos los actores de la vida social venezolana, incluyendo a los exponentes del sector privado industrial, comercial y de los servicios que, sin embargo.

Fedecamaras señala que es difícil para los países del Primer Mundo (también para los del Tercer Mundo) entender la gran paradoja que vive Venezuela, con un Gobierno de múltiples “elecciones populares”, que se podría describir hasta el 2007 como en un proceso de “dictadura democrática”, producto de un error histórico de la verdadera democracia que se perdió a partir del golpe de Estado fallido intentado, precisamente, en 1992 por el entonces teniente coronel Hugo Chávez Frías, hoy presidente. La organización empresarial resalta que la pobreza y la marginalidad cultural de un elevado porcentaje de la población, que se estima en 70%, explicaría la razón por la cual un gobierno populista, privilegiado por un ingreso petrolero inusitado, regala dinero, compra voluntades de una población vulnerable que vive más como habitante de un país en la búsqueda individual de su calidad de vida que como ciudadano consciente de perseguir el bien común.

Advierte que hoy día Venezuela padece de una “lamentable cultura rentista”, en la cual se identifica al Gobierno como el “dispensador absoluto” del bienestar colectivo, pero que está comenzando a tambalear.

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