CANARIASVENEZUELA

martes, 20 de enero de 2009

LA RESPUESTA

En definitiva, no creo poder decirle sí a una pregunta que no entiendo. No creo poder responder que sí a una pregunta a la cual ya dije que no

“¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República tramitada por la Asamblea Nacional que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?”

Bueno, no.

Es mi respuesta más inmediata, lo primerito que se me ocurre decir ante esta última pregunta propuesta por la Asamblea Nacional del PSUV la que se reúne en el Palacio Federal Legislativoal cierre de este artículo el 15 de enero.

Algo me sugiere que no debo aceptarlo, hay una vocecilla interna que me grita que no le vaya a decir sí a una pregunta que no entiendo. Es como si la memoria de mis dos abuelas se hubiera reunido en una suerte de veterano dueto de ultratumba para recordarme que no me deje enredar con proposiciones turbias que sólo dejan, con suerte, el corazón partío y con muy mala suerte una preñez no deseada, consecuencia que es -como todo embarazo que llega a buen término- para toda la vida, sólo que los no deseados además de durar, pesan.

¿La verdad? La pregunta me da cosita y verme obligada a responder a una pregunta que ha sido remodelada varias veces y que sigo sin entender, más que cosita lo que me da es aquello que los clásicos llamaban “cagueta”. No importa cómo venga redactada: esotérica como fue en su forma primigenia; furtiva como en la segunda; imprecisa como la tercera y ¡vayusté a saber cuántas versiones más les serán dictadas! Es como en el programa de RCTV pero al revés, es decir, ante tal variedad de modelitos de interrogantes los concursantes decimos: “¿Preguntaaa definitivaaa?”.

El problema está en que todas son guabinosas, vagas, engañosas; las leo y un endógeno coro épico me alerta: “¿Te fijaste que te van a poner a votar una enmienda que no conoces? ¿Te has preguntado en qué estado van a quedar esos artículos después que les metan tecla? ¿Alguien ha publicado el extreme makeover al que serán sometidos el 160, 162, 174, 192 y 230, todos referidos, por cierto y by the way, güey, a la elección y reelección de funcionarios públicos como presidente de la República, gobernadores, etc? ¿Ah?” En definitiva, no creo poder decirle sí a una pregunta que no entiendo. No creo poder responder que sí a una pregunta a la cual ya dije que no.

No, definitivamente, no.

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