CANARIASVENEZUELA

martes, 17 de marzo de 2009

Caracas paga caro los efectos de la polarización política venezolana



Caracas, agobiada por la violencia, el tráfico, y la basura apilada en las esquinas, padece con especial intensidad desde hace tres meses las secuelas de la polarización política de sus dirigentes, quienes enfrascados en un duelo de poder, desatienden sus problemas más urgentes.
La ciudad, considerada una de las más inseguras de América Latina, con una tasa de homicidios de 130 por cada 100.000 habitantes en 2008 según cifras extraoficiales, es el centro de las batallas políticas surgidas desde las elecciones municipales de noviembre de 2008.
En esos comicios, en cuatro de los cinco distritos en los que se divide Caracas vencieron candidatos de oposición al proyecto socialista del mandatario venezolano Hugo Chávez.
"Caracas es la caja de resonancia del país y lo que pase aquí tiene repercusiones en la nación, ya que sus liderazgos son más visibles e importantes", dice Marino González, director del Instituto de Políticas Públicas de la universidad Simón Bolívar (USB).
Según este experto, Chávez "ya está en campaña", de cara a las presidenciales de 2012, cuando podrá aspirar a un tercer mandato, y algunos de sus adversarios ocupan "los gobiernos locales y estatales, por eso trata de limitar el efecto de sus gestiones".
A esto se suma que un dirigente de oposición, Antonio Ledezma, ganó en noviembre la alcaldía mayor de Caracas, que está por encima de todos los municipios. El político, criticado duramente por Chávez, intenta poner en marcha su programa de campaña, pese a la férrea oposición de grupos vinculados al oficialismo.
El último de los obstáculos puesto por el gobierno central a estos alcaldes opositores es que el Parlamento, controlado por el oficialista Partido Socialista (PSUV), planea crear una nueva autoridad metropolitana, designada por el presidente, que limitará las competencias de los responsables municipales surgidos de las urnas.
Rehenes de estas peleas políticas, los ciudadanos aplauden los mecanismos que intentan mejorar su calidad de vida, vengan de la corriente política que vengan.
La pasada semana, el proyecto de Henrique Capriles, gobernador opositor del estado Miranda, que incluye parte de Caracas, para implantar un canal que alivie el tránsito en una colapsada vía de entrada a la capital fue boicoteado por la militarizada Guardia Nacional y restaurada por los propios ciudadanos en la calle.
Ledezma también inició un plan piloto que aliviaría el tráfico en Caracas, una iniciativa que se aplica con éxito en otras ciudades latinoamericanas, pero un tribunal lo prohibió por supuesta violación de la libertad de conciencia de los conductores.
"No estoy de acuerdo (con la decisión del tribunal), porque es un plan voluntario, no obligatorio, y ha ayudado a aligerar el tráfico", dijo Ernesto Romero, joven taxista de Caracas.
"Deben ponerse de acuerdo los alcaldes porque ya los elegimos y tienen que trabajar", agregó otro conductor, Francisco Piñate.
Además del tráfico, la gran angustia de los caraqueños es el nivel de inseguridad. Con una media de 60 muertos de forma violenta por fin de semana, según recuentos extraoficiales, y un aumento preocupante de la delincuencia común, la capital venezolana necesita una acción política urgente.
"En Caracas no sólo se pierde la vida sino que se pierde la libertad, porque la gente vive la ciudad con temor. Caracas se ha convertido en la ciudad del miedo", dice Roberto Briceño León, director de la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
Lo que ocurre, asegura Arturo Peraza, sacerdote y catedrático jesuita de la Universidad Católica Andrés Bello, es que "los ciudadanos estamos al margen y lo que está en el centro es la necesidad de poder o la necesidad de concentración de poder".

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