CANARIASVENEZUELA

jueves, 26 de febrero de 2009

EL ORINOCO DE CHÁVEZ NO TIENE QUIEN LO COMPRE

OBSERVATORIO LATINOAMERICANO
Ana Zarzuela
Busca padrinos para el gran bautizo de una criatura llamada -con sus reservas de crudo pesado de 235.000 millones de barriles- a pelearle el sitio a Canadá y Arabia Saudí. Queda menos de un mes para que los convocados pongan los naipes de sus inversiones sobre la mesa, pero a Hugo Chávez no le salen las cuentas de la Faja del Orinoco: el precio de una partida que prometía incrementar la producción venezolana se ha duplicado. Ni la criatura es lo que parecía, ni los ‘padrinos’ están por la labor. Con Royal Dutch Shell en cabeza, las grandes petroleras como Petrobras, Total y Chevron agotan el tiempo y miran a Brasil y al Golfo de México, a pesar de que ya han pagado 2 millones de euros por el acceso al concurso, el precio más caro de las licitaciones internacionales. Ramírez pensó en suspender la convocatoria, pero Chávez le dio cuerda y ahora les cocina otra sorpresa: busca pagadores para esos 14.500 millones de euros.
Las petroleras se lo piensan dos veces, buscan compensaciones en beneficios a la vista de que el control operativo está de parte de Pdvsa y de que sus jugadas a cuatro manos en el tablero de la Faja sólo se sostienen con el crudo por encima de los 40 dólares.
Petróleos de Venezuela se aferra a China, Rusia y Vietnam: necesita pasar en 2013 de los 4,9 millones de barriles desde los menos de 3 actuales A Chávez no le reluce el oro del Orinoco. La sentencia de muerte de Lula da Silva al gasoducto del Sur y a los 25.000 millones de dólares de su inversión es la puntilla a la geopolítica de su petrorreino en la región. Brasil acaricia el autoabastecimiento en hidrocarburos y no esconde que, tras él, peleará por un sitio en la batalla de los grandes productores. Para empezar, le araña a Pdvsa el interés de Santos y Carioca. El Golfo de México hace el resto.
Estaban llamados a bautizar la resurrección de los acuerdos con extranjeros desde que Chávez nacionalizó los activos del crudo en 2007 y listos para servirse a la mesa desde hace un año, pero los planes para incrementar la producción diaria de Venezuela en 400.000 barriles y construir 4 nueva splantas mejoradotas del crudo extrapesado se hacen esperar. El perfil de las expectativas para Carabobo asusta a los 19 multinacionales llamadas al Orinoco, las mismas que entre 1992 y 2003 llevaron 25.000 dólares en los hidrocarburos venezolanos y que ahora amansan su calma al calor de las nuevas regalías, la participación mayoritaria del Estado, el color del mercadl mundial y las condiciones de la extracción en la Faja. Repsol, para empezar, para sus caballos en Venezuela. Una carrera de la que la MarathonOil Corp. y la Hess Corp. han salido por la puerta de atrás del impago de Pdvsa. Y de la que están excluidas Eni- en pleno proceso de denuncias ante Ciadi- y Exxon y Conocco Phillips, que mantienen a Pdvsa ante los tribunales internacionales por la expropiación de sus pozos en la Cuenca del Orinoco.
El banquete estaba servido en el Palacio de Miraflores y la mesa del Ministro Ramírez: las reservas certificadas, la tecnología a la mano, los mercados sedientos de crudo y un costo de producción que -no se cansa de repetir el marketing oficial- es sólo de 8 dólares por barril. Pero ni las segundas reservas de hidrocarburos del continente, ni la golosina del Orinoco que Venezuela adorna a las multinacionales sirven ya de acicate a los euros y los dólares. Al menos no como Caracas esperaba. No tanto como para poder olvidar que los impuestos y las regalías colocan la línea roja de sus costes entre 20 y 30 dólares. Pdvsa ha engendrado una empresa mixta para la explotación y mejoramiento de crudos en el Orinoco con Petrovietnam, para extraer 200.000 barriles del bloque Junín 2 y enviarlos al país asiático. Y promete producir con China un millón de barriles desde 2015 y bautizar su alianza con una nueva refinería. Poco más. Pero la alianza de Pekín reserva sólo la mirada de soslayo para Caracas y le hace ojitos a Brasilia: Petrobras seguirá siendo su mayor proveedor en la región. La reducción de la sexta parte de la extracción diaria de BeloVenezolana (en 2.520 barriles), de su presupuesto para Venezuela y de tres de sus proyectos de explotación en la Cuenca del Orinoco encienden las luces rojas de las promesas de Moscú y Minsk en las carnes de una empresa mixta llamada a la cabecera de la mesa petrolera venezolana. Se protege con los galones del campo de Guara Este y los 5.000 barriles potenciales con los que Chávez la había investido.
ENCERRONA CHAVISTA
El cambio de los acuerdos mixtos, las amenazas de nacionalización sobre las taladradoras, la ley de hidrocarburos -que arrebató las gasolineras a favor de Pdvsa- , la bajada de los precios del crudo y la estenosis del mercado de crédito global marcan los límites de un jardín en el que a las multinacionales los paseos por el Orinoco cada vez les salen más caros. Por si las fugas, Chávez cierra con doble llave. Amenaza con clausurar de nuevo la puerta de emergencia del CIADI. Si un día llega la tocata y fuga de Repsol será con las manos vacías. Lo sabe Petrobras, que hasta ahora se ha cuidado de aumentar su peso en el Orinoco y Lukoil, que a pesar del empeño de Chávez y Putin por trasladar la guerra fría de la energía al Caribe y bautizar un banco ruso-venezolano, no acaba de decidirse a poner los 3.000 millones de dólares que promete sobre la mesa de Pdvsa. Y es que por mucho que Chávez saque pecho con las sociedades en el Orinoco, el matrimonio forzoso no ha hecho de Pdvsa el mejor de los compañeros de viaje. Con Repsol en cabeza, las multinacionales están hermanadas en todos sus proyectos con la mayoría accionarial de Petróleos de Venezuela y obligadas a trabajar con una mano atada a las espaldas de la estatal. Las cuentas de Petróleos de Venezuela no salen, los conflictos sindicales, la devaluación tecnológica y los problemas operativos son contagiosos. Y con cada vuelta de tuerca a la deuda, crecen las tentaciones de Chávez de reeditar con las petroleras la trampa de Bolivia, donde el que no invierta se va.
Son tiempos difíciles. Por primera vez lo reconoce Hugo Chávez: con el crudo bajo los 34 dólares, el ingreso por petróleo es la mitad de lo previsto. El gobierno de Caracas mira a Wall Street, pero no es la crisis financiera el epicentro de las zozobras de un sistema que comienza a ser insostenible: el crudo financia la mitad de los ingresos del gobierno y representa el 94% de las entradas en dólares que recibe el país por exportaciones. Y por más que el presidente venezolano se empeñe en que el precio debería superar los 80 dólares, por más que todo el edificio de sus cuentas públicas esté pensado sobre un barril a 90 dólares, o que intente cerrar la pinza de la producción de la OPEP, la realidad es que hoy el petróleo venezolano apenas supera los 30 dólares por barril (un tercio menos que a principios de 2008). El oro negro se le escapa al Gobierno venezolano entre los dedos. No son PFC y Deutsche Bank los únicos que advierten que el modelo, pensado para ser sostenible a 120 dólares por barril, es el más vulnerable de todos los petroestados del planeta: ha comenzado a hacer aguas y sólo por encima de los 90 dólares podrá darle cuerda al gigante estatal que Chávez ha engendrado. La cacería de clientes seguros se impone. Y la de fuentes de financiación. Algo cada vez más difícil. Hasta el propio Chávez mancha la euforia bolivariana para reconocer que vienen curvas en la carretera de su revolución socialista. Unos requiebros que, si los cálculos del BBVA no fallan llevarán a su economía a la recesión el próximo año y a las cuentas pública al default en meses. El carro no da más de sí, demasiada carga pública y poca gasolina.
Los caminos se estrechan, sobre todo los del epicentro de su torre de Babel: Pdvsa (Petróleos de Venezuela). Es la propia petrolera la que reconoce que sólo continuar fusionando empresas conjuntas con socios extranjeros le permitirá optimizar su nómina de pagos y sus operaciones. El recorte de producción de la OPEP supone que ciertos planes de inversión de la petrolera se detienen, que ciertos empleados no continuarán trabajando y que actividades conexas a la actividad de la industria se van a paralizar. El día que el Palacio de Miraflores comience a apretarse el cinturón promete hacerlo con las obras petroleras, a pesar de que no se resiste, a golpe de subsidios, a vender la gasolina más barata del mundo, entre 3 y 4 centavos de dólar el litro, 20 veces menos que una botella de agua. Pese a ser exportador de crudo, este país afronta compras crecientes de derivados, incluso de 50.000 barriles diarios de insumos para gasolinas, más de 4.000 millones de dólares al año. Además, el subsidio alimenta un contrabando con los países vecinos, Colombia, Brasil y en menor medida Guyana, que el Ministerio de Energía estimó en 25.000 barriles diarios, lo que a un precio promedio de 90 dólares por barril en 2008, representa unos 800 millones de dólares anuales.
En el último año, abarrotada de compromisos de inversión propios y ajenos -el proceso la adquisición de las empresas eléctricas- y con un flujo de caja ajustado, Pdvsa recurrió al financiamiento externo y contrajo más de 13.000 millones de dólares en deuda nueva en un solo año. Esto elevó la relación entre su deuda y patrimonio de 9 a casi 30%. Desde 2004 nutrió el Fondo de Desarrollo de la Nación (Fonden) con 19.370 millones de dólares, un monto equivalente al que la petrolera dedicó como inversión a sus actividades medulares. Pero no ha podido aún pagar los fletes a los dueños de todas las cisternas y las canalizadoras del país. Y desde 2005, año en que se anunció el plan “Siembra Petrolera”, sólo se han inaugurado tres de cientos de proyectos previstos: el tramo Antonio Ricaurte hasta la Guajira colombiana del Gasoducto Transcaribeño, la primera etapa de modernización de la refinería Cienfuegos en Cuba y el proyecto ICO (Interconexión Centro-Occidente). Eso deja en el tintero una gran cantidad de proyectos considerados medulares para el desarrollo interno del país, principalmente los relacionados con las áreas de gas y refinación, esto a pesar de que Pdvsa ha estado anunciando cifras récord de inversión desde 2006.
Pdvsa ha perdido la marcha de la región y ahora que la reforma de PEMEX está lista para servir a la mesa y Petróleos de México confiesa sus problemas para regar el continente con su crudo, serán Petrobrás, Repsol y las multinacionales en la región las que se lleven el gato al agua. Poco más puede hacer que mirar al Este y tenderle sus redes a Irán, Rusia, China o Vietnam. Reedita los acuerdos mil veces firmados con Ecuador. Escenifica de nuevo la génesis de la refinería de Manabí. Acaba de dar a luz otra alianza estratégica con Petroecuador para explotar un campo en la selva de la Amazonia con reservas por unos 1 000 millones de barriles, que contaría con la participación de las estatales de Brasil y Chile. Pdvsa busca ya fórmulas para resucitar las refinerías de Nicaragua y Bolivia. Descartó asociarse con República Dominicana e incluso la construcción de nuevas instalaciones en Cuba ha quedado en el limbo, a la espera de nuevos estudios de factibilidad. Y entierra bajo el tiempo del olvido el que era su megaproyectos regional, el gran Gasoducto del Sur. Son los propios directivos de Pdvsa los primeros en advertir: se han lanzado a renegociar suministros y servicios, el objetivo es reducir al menos un 30% sus facturas. El gigante petrolero arrastra cientos de millones de dólares en deudas con proveedores y grandes empresas de servicios, al menos 8.000 millones al cierre del año.
Lo saben los estadounidenses Ensco y Helmerich, han tenido que entregar sus taladros y parar su actividad en Venezuela por la asfixia de sus impagos. Más de 162 clientes de Petróleos de Venezuela han quebrado, lo que agravará su flujo de caja. Y no ha pagado dividendos a algunos de sus socios privados, a pesar de que los declaró en septiembre. Sólo la desinversión explica que el 55% de los yacimientos del país ya estén inactivos y que Pdvsa esté invirtiendo una media de 5.000 millones de dólares al año y no los 10.000 que necesita. Todos los caminos miran a los dólares ajenos.
REPSOL TIENE SUFICIENTE
Caracas busca ‘paganos’ para las facturas de sus delirios energéticos. Ha intentado desde la ‘reconciliación’ española en julio, pasárselas al Palacio de Santa Cruz y Sebastián, con Repsol como oficiante. Pero Antoni Brufau no se deja. El resto de las energéticas europeas y estadounidenses, tampoco. Chávez jugó al trile en los cubiletes de Repsol YPF con la promesa de 10.000 barriles a 100 euros, un precio de ‘saldo’, dos veces más caro que la media del barril venezolano y se comprometió en octubre a venderle a Moratinos petróleo a ciegas.
Pero Repsol, apresada entre las necesidades de Zapatero y los intereses de Chávez, se librado hasta ahora de otra ración extra de inversiones en el Orinoco y de la mejora forzosa para extracción de crudos pesados, aunque sigue condenada al matrimonio con Pdvsa. No la verán los ojos venezolanos en el desfile de las nuevas glorias petroleras: Chávez le ha marcado las distancias con Gazprom y Lukoil y desincentiva las nuevas licitaciones: ni el precio que el gobierno anuncia ni la aparente promesa de en la puja para producir al menos 400.000 barriles por día (bpd) en siete áreas del bloque Carabobo de la Faja Petrolífera del Orinoco y construir tres mejoradores de crudo pesado la motivan. Puede dejar pasar por la derecha a Total, Galp, Petronas o las rusas y conformarse con el bloque 7, en el borde suroccidental.


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